sábado, 9 de enero de 2016

Diar 12

Ya había pasado más de una semana desde que había llevado a Ji Eun a casa. Había tratado de ganarme su confianza como me habían dicho pero no era capaz de representar el papel que me habían dado. Yo no sabía como parecer un mafiosillo de esos, no era mi estilo, aunque cambiara mi ropa y mi pelo mi manera de ser era muy distinta, y como ella decía era imposible tomarme en serio con la cara de niño que tengo, mmh ¿debería de darle las gracias? Al menos no me llamó viejo. Aash era tan frustrante, parecía bipolar, en cuanto me daba cuenta de como me comportaba con ella salía imitando a un matón de drama, esa era mi referencia después de todo, a pesar del mundillo donde me encontraba
Pegué la oreja en la puerta de su habitación, le había dicho que no se cerrara la puerta y aunque me había enfadado mas de una vez por eso seguía cerrándola. Al menos las paredes de ese piso eran de papel y las puertas tan finas que podía llevarlas en la cabeza como si fueran ánforas. Abrí la puerta asomándome, se había quedado dormida en la cama enrollada en la toalla que le había dado para ducharse. Me acerque a ella sin hacer ruido y me senté a su lado.
-¡JI EUN!-no se porqué sentía la emoción de un niño cuando pega un susto. Se incorporó de golpe por mi grito con cara de espanto, hacía tiempo que no asustaba a nadie de esa manera, fue tan divertido que no pude evitar reírme.
-Vaya, la primera vez que te ríes, creía que no sabías.
-Eish, que molesta.-la miré de arriba abajo con una sonrisa de lado-pues tu te ves muy bien así, ¿sabes?
Estaba claro que no se había dado cuenta de que seguía en toalla. De verdad que fue tan divertido, el pincharla de esa manera me hacía sentir un cosquilleo en el cuerpo, una emoción extraña que me hacía querer acercarme a ella y eso no me gustaba mucho la verdad. Me tiró de una patada de la cama mientras me chillaba y aunque quería enfadarme la risa podía conmigo a pesar de que permanecía serio.
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Estos últimos días me estaba costando dormir. Seguía pensando en Jong Suk pero no tanto como antes, ahora me preocupaba más saber donde me encontraba y cuanto tiempo iba a estar ahí. Me empezaba a aburrir en esa casa aunque la prefería mil veces antes que estar atada a una silla en ese asqueroso sótano o donde sea que estaba. Cuando no estaba aprovechaba para buscar alguna pista sobre el lugar pero era una casa de lo más normal, sin teléfono para mi mala suerte. Intentaba averiguar el código de la puerta para poder salir pero más de una vez se acababa bloqueando y cuando ese chico tan raro venía tardaba una eternidad en poder entrar, lo bueno es que el enfado por haber intentado irme se le pasaba mientras trataba de abrir.
El agua ya no me hacía daño en el cuerpo, me ayudaba a pensar. No se cuanto tiempo estaría pero había sido una eternidad, me daba igual que se enfadara con que si había gastado mucha agua y chorradas que me seguía repitiendo cada vez que me descuidaba. Me senté en la cama con la mente en blanco, estaba cansada de estar ahí sin hacer nada, notaba mis energías por los suelos y antes de darme cuenta me había quedado dormida. Jin Woon me despertó de un susto. Aún seguía envuelta en la toalla mal colocada por la pequeña cabezada que había dado pero no reparé en eso hasta que lo mencionó de tal manera que me enfadó mucho. Siempre que podía tenía que hacer referencias salidas de tono o sino su irritante sonrisita de niño que lo decía todo. Lo tiré de allí gritándole dándome igual si él luego se enfadaba, no eran para tanto sus enfados después de haber vivido con mi Padre.
-¡Deja de gritarme que te van a oír!-se abalanzó sobre mi tapandome la boca, nunca tenía ningún reparo en los convencionalismos, la mayoría de las veces sus roces por llamarlo de alguna manera me dejaban helada. Lo miré con los ojos muy abiertos, lo tenía encima de mi por un momento y sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho.-No hace falta que grites siempre, ¿a caso yo te grito?-puso cara de pena retirando la mano de mi boca para apoyarse bien, me tenía acorralada pero ni me di cuenta.
-Me acabas de despertar de un grito.
-Es verdad, perdón entonces.-me sonrió sinceramente como alguna vez le había visto hacer.
Sin darme cuenta me había embobado en él mirándolo fijamente. No dijo nada más pero se había quedado así, con esa pequeña sonrisa sincera mirándome también como si pudiera leerme la mente, acercándose hasta que sus labios tocaron los míos esperando una respuesta por mi parte. Me había quedado tan ensimismada en aquel momento que me dejé llevar en ese beso que al principio traté de rechazar. Mis ojos se cerraban conforme iba cayendo en su tentación. Su lengua era ahora la que dominaba el beso y recorría mis labios a la vez que me daba algunos mordiscos suaves. Verdaderamente no llegaba a odiarle y despertaba mi curiosidad al mantenerme allí tan bien cuidada a pesar de estar cautiva. Había captado mi atención desde el primero momento y ahora más por darme a probar esos labios tentadores porque debía reconocer que me habían gustado desde que lo ví. Me abandoné completamente en ese beso olvidándome de todo lo que había pasado por un momento, sin acordarme de Jong Suk...Sus labios bajaban por mi cuello hasta las clavículas erizando mi piel. Podía notar su respiración aumentando poco a poco contagiandome de su excitación mientras acariciaba mi piel desnuda bajo la toalla.

-Me estás abriendo el paso muy facilmente, al final me voy a acostumbrar, Ji Eun-ah...
Gracias a ese comentario bajé de la nube en la que había caído. Lo aparté rapidamente de mi tirándolo de la cama por accidente pero él solo se rió de mi ridícula reacción. No podía creer lo rápido que había me  había cautivado, me había olvidado por completo de Jong Suk, de donde estaba. Había quedado como una facilona delante de él y sentía asco de mi misma.



Diar 11

Todos pensaron que me olvidaría con el tiempo, que podrían cambiar mis recuerdos a su gusto para convertirme en uno de ellos, pero se equivocaban. Aún a veces recuerdo ese olor a gasolina y puedo escucharlos gritar por el fuego...No se que querían y nunca me lo han contado, como si hubiera sido pura imaginación de un chaval de doce años, tampoco era tan pequeño...

Mis padres nunca habían tenido mucho dinero, mi madre trabajaba en una peluquería mientras mi padre se dedicaba a cargar y descargar mercancías. Los dos bebían para olvidarse de los problemas pero nunca delante de mi, o eso pensaban. Después de ahorrar durante mucho tiempo consiguieron hacerse con un coche para salir de allí. Esa noche no dejaban de gritarse el uno al otro. Yo me quedé en el salón para no oírlos pero sus gritos traspasaban las paredes, poco después ya estábamos en el coche camino de Busan, sin nada de equipaje, todo en un incómodo silencio. Creo que me estaba durmiendo en el asiento de atrás cuando mi padre dio un frenazo y caí al suelo entre los asientos. Podía escuchar el llanto de mi madre y a mi padre suplicarle a alguien, un tipo trajeado con gafas de sol, a pesar de que era de noche. El ruido del mechero al encenderse. El calor sofocante que se iba extendiendo a la parte trasera. Los gritos. El miedo. No entendía nada, no podía dejar de llorar al ver como se quemaba todo. Quería salir de allí con mis padres pero sólo salí yo me empezaba a ahogar con el fuego cuando ese mismo hombre me sacó de allí volando. No quería separarme de ellos pero como so fuera una pluma me estaban alejando de allí. No contaban conmigo.
Cuando entré por primera vez me pareció estar en un castillo, nunca había estado en una casa tan grande. Allí conocí a Ji Eun, estaba jugando en la alfombra del salón junto con Baek He, mientras su padre el señor Lee las miraba sentado en su querida butaca de cuero. Por un momento pensaba que me habían llevado a un orfanato o algún sitio de ese estilo. De la misma manera que había salido del coche en llamas se las llevaron de allí. Algo tenía claro, lo que había pasado era por orden de ese hombre que permanecía en la butaca sin perder la compostura. Trataron de hacerme hablar para ver cuanto sabía, pero no podía ni separar los labios, me encontraba completamente en shock, me dolía el cuerpo y sólo quería llorar