domingo, 17 de febrero de 2013

II Visitantes

EL verano acabó y el otoño llegó haciendo florecer a los cerezos de Pandroa. Mientras Kaoru limpiaba la habitación de su amo observaba a traves de la redonda ventana de la habitación a las tropas practicando con la espada libremente. Sólo por las tardes podía ver a los capitanes practicando bajo los pétalos del cerezo.
            Cedric permanecía sentado junto a la ventana de la habitación con el kimono abierto por el calor mientras jugaba al shōgi contra Shou; Naoya y Kazuya peleándose por ver quién era el más fuerte de los dos; y Shin y George luchando con las tachi.
            Al poco rato de observar ese panorama entraron unos hombres con distinguidas ropas informando que debían ir hacia una de las ciudades de Pandroa no conquistadas aún. Desde que su salida a la ciudad unos lobos los seguían todo el camina, y la única que se percató fue Kaoru.
-Shou mira a tu espalda.-le dijo a su hermano.
-Son lobos…-susurró a verles de reojo.
-Sí, nos llevan siguiendo desde que salimos.
-No te preocupes, son inofensivos, además este bosque es su casa y nosotros los intrusos.

           Por la noche acamparon en una zona con pocos árboles pero algunos matorrales donde se escondían lo lobos que los habían estado siguiendo desde que comenzaron su viaje.


          Kaoru quedó sola en la tienda que compartía con Shin mientras éste de reunía con el resto de capitanes para tratar sobre la misión que les llevaba a las ciudades sin conquistar. Sólo se escuchaba el silencio de la noche con todos sus pequeños ruidos de viento golpeando las hojas de los árboles o algunos búhos y animales nocturnos que merodeaban por el lugar. Agudizando un poco el oído podía oírse el cuchicheo de algunos de los soldados que aún no dormían o el ruido de la pequeña hoguera que calentaba a los reunidos, los cuales alzaban la voz cada poco tiempo dando a entender una discusión por diferentes opiniones.


            Poco a poco la discusión iba tomando volumen y Kaoru salió de la tienda y se acercó sigilosamente donde se encontraban reunidos. Se quedó sentada al oír gritar a George, él siempre era tan calmado y apacible que no esperaba escuchar su voz tan alta como aquella noche. Hablaban de unas bestias sin escrúpulos que no tenían piedad por nada ni nadie.


            Haruto estaba investigando una medicina para sanar las heridas de esas bestias sedientas de sangre. Había estado experimentando con los hombres de las tropas, pero siempre resultaban mal, se volvían locos y mataban a personas hasta que ellos mismos morían consumidos por esa extraña medicina.


-¡Son tus experimentos!-gritó Kazuya.

-Como si tú no hubieras puesto de tu parte-replicó Haruto.

-Todos hemos ayudado y todos tenemos que arreglarlo.-dijo Shou cruzándose de brazos con la cabeza alta.
-Como sea, Haruto, busca una solución o seguirá muriendo gente inocente.-concluyó Shin abriendo la puerta de la tienda donde estaban reunidos.
            Al abrir la puerta miró fijamente a Kaoru, la que estaba de rodillas a un lado escuchando. Lo miró y sintió como se le helaba la sangre. Tenía miedo. Antes de que pudiera tan solo tragar Shin la cogió fuertemente del brazo y la tiró dentro de la tienda. Los demás seguían sentados en sus sitios, todos menos Shou que rápidamente la cogió en brazos para que no se dañara.
-¿Cuánto has escuchado?- preguntó Shin a la pobre infraganti, ahora más enfadado.
-¿Kaoru, estás bien?-preguntó su hermano preocupado mirando luego a su compañero-No hacía falta que le tiraras de esa manera..
-¿Cuanto has escuchado?-volvió a preguntar sin quitar la mirada de la joven.
-Espero que no hayas oído nada-interrumpió Cedric.-sería una pena tener que matar a una mujer tan hermosa.
-Se les oía desde la tienda.-confesó Kaoru.
-Intenta arreglarlo no empeorarlo.-susurro Shou en el oído de su hermana.
-Le tomé más importancia al lobo que hay frente a la tienda...
            Haruto se sorprendió. No era la primera vez que pasaba por ese lugar, nunca había visto animales salvajes que no fueran más grandes que un conejo o más inocente que un cervatillo.
-¿Un lobo?.
-Hay nueve.-concretó Shou.-Nos siguen desde que salimos del dojo.
-¿Cómo no lo has dicho antes?
            Rápidamente se levantaron saliendo al exterior de la espaciosa tienda. Shin agarraba fuertemente a Kaoru de la muñeca como a una criminal condenada muerte que no debía escaparse. De repente uno de los lobos fue arrojado frente a ellos bañado en un fluido rojizo que emanaba de grandes llagas. Estaba muerto.
-¿Qué ha pasado aquí?-preguntó Kazuya acercándose al lobo con cara de espanto.-Pobre animal.
  
           El lobo que Kaoru vio frente a la tienda ahora estaba descuartizado junto a ella. No podía apartar la mirada del can salvaje.


-Vaya, vaya...Kaoru y Shou…-dijo una voz juguetona de entre los árboles.-Cuánto habéis crecido, la primera vez que os vi tan solo tenías un año. ¿Cómo es que sigues vivo, Shou? Tendrías que haber muerto a los dos años, en fin…hoy será tu funeral.

            Rápidamente sacaron las katanas de sus sayas preparándose para una posible pelea que provoco la risa de tres hombres que poco a poco salieron de entre los árboles.
            Tenían una apariencia muy distinta al del resto de las personas que solían ver por Pandroa.
            Uno de los hombres, de cabello corto y mirada roja como la sangre, se paro frente a Haruto tan rápido que no lo pudo ni sentir.

-¿A qué habéis venido?-preguntó Haruto preparándose de inmediato para atacar.
-Por ella.-sonrió señalando a Kaoru mientras miraba al comandante con una sonrisa.
-Ni se os ocurra ponerle una mano encima a Kaoru.-gruñó Shou parandose rápido frente a su hermana para protegerla.
-Honestamente no necesitamos vuestro permiso para llevárnosla.-interfirió otro de los hombres, de la misma mirada roja. Su pelo lo mantenía apartado de la cara recogido con una larga cola pero dejando caer algunas greñas sobre el rostro.
-Vais listos si pretendéis llevárosla.-dijo Naoya corriendo junto a Shou a la vez que Shin juntaba mas a la chica que aún agarraba brutamente de la muñeca.
-¿Os importaría apartaros?-suspiró el otro hombre restante. Éste llevaba la cara pintada con un pequeña cruz bajo el ojo. Su pelo, suelto y negro como la noche ,le llegaba hasta la cintura.-No tengo ningún motivo para pelear con

vosotros, pero si no hay más remedio...

            En un instante esa conversación llena de odio entre los presentes se convirtió en un baile de espadas por la protección y el robo de Kaoru. Una pelea desigual. Los tres extraños corrían con ventaja, sus movimientos eran mas rápidos y poco visibles, sus heridas sanaban al momento, no sentían el dolor que cualquiera de los siete samuráis sentiría si fuese herido.
           
-¿Qué es lo que queréis de ella?-preguntó Shin a su rival de cabello corto mientras con su sable hacía fuerza parando el ataque.
-Kaoru es demasiado para ti, por eso nos la llevaremos.
-¿Qué quieres decir?-le gritó descruzando la espada y volviendo a encontrarse con la de su oponente.

            Por suerte la pelea no duró  mucho. El resto de la manada de lobos saltaron desde los árboles contra los tres extraños y poco a poco lograron que los intrusos se alejaran del pequeño campamento que habían formado en el bosque.

-¿Tienes idea de por qué van tras de ti?-le preguntó Shin a Kaoru con una expresión de cansancio debido a la pelea.
-Ni idea...
-¿Y vosotros qué?-les preguntó Haruto a los lobos acariciando a uno de ellos.
-No hablamos con extranjeros.-dijo uno de los lobos con una voz dulce de mujer.

            Los lobos salieron corriendo en la misma dirección por donde habían escapado aquellos hombres. Cedric cogió a Kaoru como si fuese un saco de avena y la llevo a la tienda atándola bocabajo para que esta vez no pudiera salir a espiar el nuevo asunto que les había surgido con los tres hombres y el puñado de lobos parlantes.

sábado, 16 de febrero de 2013

....2



(Llevaba mucho escrito y se me borró todo por error TT____TT Mianhe, esto quedo horrible, lo anterior estaba mejor, me siento mal)

Todas las mañanas miraba el móvil esperando ver un mensaje de "lo siento", "perdóname", pero lo único que recibió fue la llamada del despertador sonando para comenzar de nuevo. Se levanto de la cama y se puso el uniforme de la preparatoria desganada, ya no le hacía la más mínima ilusión vestirlo. Cuando pensaba en las palabras deTaecyeon el mundo se le venía encima y no quería tener nada que ver con él

Salió rápido de su casa evitando a sus padres, no quería que le hablaran sobre lo ocurrido, quería olvidarse por completo y pasar página.

El lugar tenía muy buena fama como una de las mejores preparatorias de Seúl, pero al llegar vio que se equivocaban. En la entrada había un grupo de chicos en monto, fumando y con algunas de esas chicas casos perdidos, que vestían saltándose las normas. Los miró un instante y decidió pasar de largo, pero algo lo impidió. Una moto mas se unió a ellos. Taecyeon llevando a una de esas colegialas. Por un momento vio que su mirada se cruzaba con la de él y luego le daba la espalda saludando a sus amigos. Respiró hondo y pasó de largo definitivamente dirigiéndose al gimnasio donde se preparaba la bienvenida a los nuevos estudiantes.
 
Al poco rato entraron esos motoristas de la entrada, incluido Taecyeon. Según ellos querían darle la bienvenida a los nuevos estudiantes y desearles un "feliz año" a los desgraciados que compartirían el aula con ellos.



viernes, 15 de febrero de 2013

....1


Llevaba dos dias encerrada en su habitación, apoyada sobre la mesa sin dejar de pensar en lo ocurrido en casa de Taecyeon . Pensar que siempre se habian llevado bien hasta ese día le destrozaba el alma. No entendía lo que pasaba. Nadie esperaba esa reacción por parte de él. Llevaba semanas esperando su carta de confirmación para entrar a la misma preparatoria que Taecyeon. Desde pequeños siempre decian que irian juntos, pero cuando supo la noticia sintió que el mundo se le caía encima.

 Estaban en la habitación de Taecyeon. Eun Ji se habia sentado en la cama y balanceaba los pies sonriendo, pero el la miraba serio como siempre, para que no notaran ese interes que sentía por ella, desde la silla del escritorio esperando que era esa grandiosa noticia que tenia que darle. La luz que entraba a traves de la cortina la iluminaban de una manera encantadora para Taecyeon. Intentaba no mirarla pero no lo podía evitar

 -¡¿Cómo que has entrado a mi preparatoria?!
 -Me presenté al exámen y me han aceptado, ¿no es genial?
 -¿Genial? Genial seria que te marcharas de aqui y dejaras de venir a molestarme. ¡Deja de seguirme siempre! No quiero verte por allí, no quiero que te pases los días pegada a mi.. 

Antes de que acabara de hablar, Eun Jin salió corriendo de la habitacion escaleras abajo marchándose de la casa aguantando las lagrimas con un fuerte dolor en el pecho. Al vera salir tan rapidamente su madre fue tras ella sin lograr nada. No queria hablar, tampoco con su padre que tanto se preocupaba siempre por ella. 

La madre deTaecyeon se sentia desesperanzada con él, ya no sabía que hacer, desde bebé buscaba lo mejor para él y todo habia sido en vano. No hacia caso, les gritaba

miércoles, 13 de febrero de 2013

Pandroa

I Encuentro

            "Hace tiempo Pandroa era una tierra tranquila, alejada de la civilización, sin normas y peleas. Pero un día desembarcaron al norte un grupo de samuráis. El capitán del navío se autoproclamó  emperador y desde entonces este lugar ya no volvió a ser el mismo" días antes de fallecer mi madre nos contó esta pequeña historia sobre nuestro hogar a mi querido hermano y a mí. Tras su muerte mi hermano fue acogido en el dojo de esos samuráis. Pasados ocho años, al cumplir los dieciséis fui vendida por el anciano que cuidaba de mí a uno de los capitanes del dojo.

-Sólo os lleváis dos años y según todos es el mejor y el más fuerte de ellos.-le dijo el anciano.
-¿Pero por qué me vendéis?-preguntó la joven sentándose frente a él.
-Kaoru, sabes de sobra que mi salud ya no es la de antes, dudo que pueda seguir cuidando de ti.
-Pero yo puedo cuidar de usted.
-No pequeña, como mucho me quedan dos días de vida. El dinero que recibamos de él te lo quedarás tú, trabajarás para él y cuando puedas comprarás tu libertad.

            El viejo murió antes de que Kaoru se marchara, por lo tanto la venta se canceló y no recibió ningún dinero, pero si fue a vivir al cuartel general de los samuráis, el dojo donde estaba ese samurái al que iba a ser vendida y acabó sirviéndole.
            Por suerte la habitación donde dormía era grande, pero sólo le pertenecía un armario enano con ropa, un pequeño tatami y un biombo donde poder cambiarse, lo demás pertenecía al samurái.   

-¿Cuál es tu nombre?-le preguntó antes de irse y dejarla encerrada en la habitación.
-Kaoru.
-No salgas de aquí a no ser que yo lo diga.-dijo quitándose el haori y tirándolo al suelo para que lo colgara saliendo luego del lugar.
-¡Shin!-dijo una voz desde fuera perteneciente al más joven de los samuráis en el dojo.- ¿Ella es tu criada? ¿Puedo verla?
-No te comportes como un crío.
-Tengo 16 años, entre vosotros soy un crío.-replicó.
-En ese caso…no beberás más alcohol, como eres un crío...

<<Al parecer me he llevado una impresión equivocado de él, Shin...>>
 
-¡Ey! ¿Sabes jugar al shōgi?-preguntó el “crío” abriendo la puerta de golpe.- ¿¡Hermana!?
-¿Shou?
-¿Cómo que hermana?-se escucharon tras Shou dos voces junto a la de Shin.
-Gemela…-susurró.

En un impulso por la confusión las dos nuevas voces conocidas para Kaoru agarraron bruscamente a los hermanos poniéndolos juntos para poder compararlos. Se parecían, se parecían bastante, como dos gotas de agua. Tenían los mismos peculiares ojos azules. Compartían la misma palidez y expresiones. La única diferencia era cabello. Kaoru se lo dejaba caer sobre sus hombros mientras que su hermano mayor lo llevaba atado en una larga cola como mandaban en aquel lugar, no obstante mantenían el mismo negro azabache y brillante.

Pronto esta tensión fue interrumpida por comandante Haruto que buscaba una explicación. Mandó reunirse a los capitanes, no solo por este extraño acontecimiento, debían saber que una mujer se encontraba en el dojo. El comandante Haruto le presento a cada uno de sus capitanes empezando por el nuevo amo de Kaoru.


Shin llevaba en el dojo desde su llegada a Pandroa como la gran mayoría de los hombres que se encontraban allí. Capitaneaba la primera tropa y tomaba gran parte de las decisiones de aquel lugar, siempre por detrás de Haruto. Se trataba de un chico alto de dieciocho años con los ojos tan negros como su cabello que hacían resaltar su fina piel. Aunque aparentaba ser un hombre frío, distante y gruñón Haruto aseguraba que sólo era una "mascara".

Cedric, mestizo de japonesa y un importante general ingles.  Encargado de la segunda tropa. Tenía los ojos marrones y el cabello más claro y corto que el de los demás, no le gustaba que le llegara bajo los hombros. Tenía la misma edad que Shin y su estatura era a penas más alta. Tenía fama de "chico hermoso" y aprovechaba ese mote para cortejar a las mujeres de allí, rara vez era rechazado.


Del capitán de la cuarta tropa Kaoru nunca supo su nombre verdadero, Cedric le llamaba George y con ese nombre quedó. Su pelo era castaño oscuro como sus ojos. No había mucho que explicar sobre él. Tenía fama de ser el mejor con la espada y el más analizador. Para tener sólo un año más que Shou era muy maduro, a simple vista se le veía silencioso y taciturno. Era leal a sus compañeros y se dirigía a todos educadamente.

Naoya y Kazuya se encargaban de la quinta y sexta tropa. También eran gemelos, inseparables. Si uno corría peligro el otro iba en su ayuda antes de que ocurriera algo, como si vieran el futuro del otro. Sambos eran muy alegres y les encantaba molestar a Shou que fácilmente se enfadaba. Vestían idénticos con el mismo pelo, encantados con su "juego de confusión".