Cedric permanecía sentado junto a la
ventana de la habitación con el kimono abierto por el calor mientras jugaba al shōgi contra Shou; Naoya y Kazuya
peleándose por ver quién era el más fuerte de los dos; y Shin y George luchando
con las tachi.
Al poco rato de observar ese
panorama entraron unos hombres con distinguidas ropas informando que debían ir hacia
una de las ciudades de Pandroa no conquistadas aún. Desde que su salida a la
ciudad unos lobos los seguían todo el camina, y la única que se percató fue
Kaoru.
-Shou
mira a tu espalda.-le dijo a su hermano.
-Son
lobos…-susurró a verles de reojo.
-Sí,
nos llevan siguiendo desde que salimos.
-No
te preocupes, son inofensivos, además este bosque es su casa y nosotros los
intrusos.
Por la noche acamparon en una zona
con pocos árboles pero algunos matorrales donde se escondían lo lobos que los
habían estado siguiendo desde que comenzaron su viaje.
Kaoru quedó sola en la tienda que
compartía con Shin mientras éste de reunía con el resto de capitanes para
tratar sobre la misión que les llevaba a las ciudades sin conquistar. Sólo se escuchaba el silencio de la
noche con todos sus pequeños ruidos de viento golpeando las hojas de los
árboles o algunos búhos y animales nocturnos que merodeaban por el lugar.
Agudizando un poco el oído podía oírse el cuchicheo de algunos de los soldados
que aún no dormían o el ruido de la pequeña hoguera que calentaba a los
reunidos, los cuales alzaban la voz cada poco tiempo dando a entender una
discusión por diferentes opiniones.
Poco a poco la discusión iba tomando
volumen y Kaoru salió de la tienda y se acercó sigilosamente donde se
encontraban reunidos. Se quedó sentada al oír gritar a George, él siempre era
tan calmado y apacible que no esperaba escuchar su voz tan alta como aquella
noche. Hablaban de unas bestias sin escrúpulos que no tenían piedad por nada ni
nadie.
Haruto
estaba investigando una medicina para sanar las heridas de esas bestias
sedientas de sangre. Había estado experimentando con los hombres de las tropas,
pero siempre resultaban mal, se volvían locos y mataban a personas hasta que ellos
mismos morían consumidos por esa extraña medicina.
-¡Son
tus experimentos!-gritó Kazuya.
-Como
si tú no hubieras puesto de tu parte-replicó Haruto.
-Todos
hemos ayudado y todos tenemos que arreglarlo.-dijo Shou cruzándose de brazos
con la cabeza alta.
-Como
sea, Haruto, busca una solución o seguirá muriendo gente inocente.-concluyó Shin
abriendo la puerta de la tienda donde estaban reunidos.
Al abrir la puerta miró fijamente a
Kaoru, la que estaba de rodillas a un lado escuchando. Lo miró y sintió como se
le helaba la sangre. Tenía miedo. Antes de que pudiera tan solo tragar Shin la
cogió fuertemente del brazo y la tiró dentro de la tienda. Los demás seguían
sentados en sus sitios, todos menos Shou que rápidamente la cogió en brazos
para que no se dañara.
-¿Cuánto
has escuchado?- preguntó Shin a la pobre infraganti, ahora más enfadado.
-¿Kaoru,
estás bien?-preguntó su hermano preocupado mirando luego a su compañero-No
hacía falta que le tiraras de esa manera..
-¿Cuanto
has escuchado?-volvió a preguntar sin quitar la mirada de la joven.
-Espero
que no hayas oído nada-interrumpió Cedric.-sería una pena tener que matar a una
mujer tan hermosa.
-Se
les oía desde la tienda.-confesó Kaoru.
-Intenta
arreglarlo no empeorarlo.-susurro Shou en el oído de su hermana.
-Le
tomé más importancia al lobo que hay frente a la tienda...
Haruto se sorprendió. No era la
primera vez que pasaba por ese lugar, nunca había visto animales salvajes que
no fueran más grandes que un conejo o más inocente que un cervatillo.
-¿Un
lobo?.
-Hay
nueve.-concretó Shou.-Nos siguen desde que salimos del dojo.
-¿Cómo
no lo has dicho antes?
Rápidamente se levantaron saliendo
al exterior de la espaciosa tienda. Shin agarraba fuertemente a Kaoru de la
muñeca como a una criminal condenada muerte que no debía escaparse. De repente
uno de los lobos fue arrojado frente a ellos bañado en un fluido rojizo que
emanaba de grandes llagas. Estaba muerto.
-¿Qué
ha pasado aquí?-preguntó Kazuya acercándose al lobo con cara de espanto.-Pobre
animal.
El
lobo que Kaoru vio frente a la tienda ahora estaba descuartizado junto a ella.
No podía apartar la mirada del can salvaje.
-Vaya,
vaya...Kaoru y Shou…-dijo una voz juguetona de entre los árboles.-Cuánto habéis
crecido, la primera vez que os vi tan solo tenías un año. ¿Cómo es que sigues
vivo, Shou? Tendrías que haber muerto a los dos años, en fin…hoy será tu
funeral.
Rápidamente sacaron las katanas de
sus sayas preparándose para una posible pelea que provoco la risa de tres
hombres que poco a poco salieron de entre los árboles.
Tenían una apariencia muy distinta
al del resto de las personas que solían ver por Pandroa.
Uno de los hombres, de cabello corto
y mirada roja como la sangre, se paro frente a Haruto tan rápido que no lo pudo
ni sentir.
-¿A
qué habéis venido?-preguntó Haruto preparándose de inmediato para atacar.
-Por
ella.-sonrió señalando a Kaoru mientras miraba al comandante con una sonrisa.
-Ni
se os ocurra ponerle una mano encima a Kaoru.-gruñó Shou parandose rápido
frente a su hermana para protegerla.
-Honestamente
no necesitamos vuestro permiso para llevárnosla.-interfirió otro de los
hombres, de la misma mirada roja. Su pelo lo mantenía apartado de la cara
recogido con una larga cola pero dejando caer algunas greñas sobre el rostro.
-Vais
listos si pretendéis llevárosla.-dijo Naoya corriendo junto a Shou a la vez que
Shin juntaba mas a la chica que aún agarraba brutamente de la muñeca.
-¿Os
importaría apartaros?-suspiró el otro hombre restante. Éste llevaba la cara
pintada con un pequeña cruz bajo el ojo. Su pelo, suelto y negro como la noche ,le
llegaba hasta la cintura.-No tengo ningún motivo para pelear con
vosotros,
pero si no hay más remedio...
En un instante esa conversación
llena de odio entre los presentes se convirtió en un baile de espadas por la
protección y el robo de Kaoru. Una pelea desigual. Los tres extraños corrían
con ventaja, sus movimientos eran mas rápidos y poco visibles, sus heridas
sanaban al momento, no sentían el dolor que cualquiera de los siete samuráis
sentiría si fuese herido.
-¿Qué
es lo que queréis de ella?-preguntó Shin a su rival de cabello corto mientras
con su sable hacía fuerza parando el ataque.
-Kaoru
es demasiado para ti, por eso nos la llevaremos.
-¿Qué
quieres decir?-le gritó descruzando la espada y volviendo a encontrarse con la
de su oponente.
Por suerte la pelea no duró mucho. El resto de la manada de lobos
saltaron desde los árboles contra los tres extraños y poco a poco lograron que
los intrusos se alejaran del pequeño campamento que habían formado en el
bosque.
-¿Tienes
idea de por qué van tras de ti?-le preguntó Shin a Kaoru con una expresión de
cansancio debido a la pelea.
-Ni
idea...
-¿Y
vosotros qué?-les preguntó Haruto a los lobos acariciando a uno de ellos.
-No
hablamos con extranjeros.-dijo uno de los lobos con una voz dulce de mujer.
Los lobos salieron corriendo en la
misma dirección por donde habían escapado aquellos hombres. Cedric cogió a
Kaoru como si fuese un saco de avena y la llevo a la tienda atándola bocabajo
para que esta vez no pudiera salir a espiar el nuevo asunto que les había
surgido con los tres hombres y el puñado de lobos parlantes.